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9 de enero de 2018

¡Astronauta japonés creció 9 centímetros en el espacio!

El japonés Norishige Kanai ha crecido nueve centímetros durante su estancia en la Estación Espacial Internacional (EEI) debido a la ingravidez, según escribió hoy en Twitter el propio astronauta.


"Hoy tengo una noticia importante. He pasado el examen médico con medición de los parámetros físicos y resulta que mi estatura ha aumentado en 9 centímetros. Así me he alargado en tres semanas", escribió Kanai, que llegó a la EEI el pasado 19 de diciembre a bordo de una nave pilotada rusa Soyuz.

El astronauta japonés, de 41 años, recordó que no crecía de esta forma desde la adolescencia. 

"Esto no pasaba desde los tiempos de la educación secundaria. Ahora estoy preocupado sobre si voy a caber en el asiento de la nave Soyuz", agregó, citado por la agencia rusa TASS.

¿Es normal este cambio?

El cirujano ortopeda ruso Vladímir Joroshev dijo a RIA Nóvosti que el drástico cambio de la estatura "es fácil de explicar".

"El tejido cartilaginoso se modifica en condiciones de ingravidez. Nuestra columna espinal se compone no sólo por vértebras, que son un tejido óseo, sino también por los discos intervertebrales, que son tejido cartilaginoso", explicó el cirujano.

Ese tejido cartilaginoso es muy flexible y susceptible de sufrir cambios, a diferencia de los huesos, que permanecen inalterables en condiciones de ingravidez. 

"Cuando la carga sobre la columna vertebral se reduce en decenas de veces en condiciones de ingravidez, el tejido cartilaginoso de los discos intervertebrales se alarga, lo que lleva al incremento de la longitud del cuerpo", concluyó Joroshev. 

Kanai, ingeniero de a bordo en su primera misión espacial, llegó a la EEI junto al ruso Antón Shkaplerov el estadounidense Scott Tingle.

Los tres astronautas, que permanecerán en el espacio cerca de medio año, se sumaron al ruso Alexandr Misurkin y los estadounidenses Mark Vande Hei y Joseph Acaba, que se encuentran la la EEI desde septiembre pasado.

La EEI, un proyecto de más de 150.000 millones de dólares en el que participan 16 naciones, actualmente está integrada por 14 módulos permanentes y orbita a una velocidad de más de 27.000 kilómetros por hora a una distancia de 400 kilómetros de la Tierra.  

Tomado de:

Robert Cornish consiguió resucitar perros, pero ¿funcionaría su método con humanos?

¿Recuerdas la curiosa película Frankenweenie? Tim Burton profundiza con ella en su cortometraje de 1984 con el mismo título y nos cuenta la historia de un niño que intenta resucitar a su querida mascota muerta. La película, sin duda, es una bonita fantasía, pero ¿imaginas que se puediese llevarse a cabo? ¿Imaginas recuperar a tu amigo fiel una vez que te haya dejado?

¿Y si te dijésemos que la historia tiene su propio Frankenweenie? Probablemente nos tomarías por locos, pero Robert E. Cornish intentó hacerlo realidad unas décadas antes de que Burton rodase su cortometraje. Sus experimentos, un tanto demenciales, fueron muy controvertidos en su época, y es que Cornish aseguraba ser capaz de resucitar a los muertos, e incluso se ofreció a hacer una demostración con seres humanos.

¿Quién fue Robert E. Cornish?

Un genio y un prodigio, así se puede describir a Cornish: un joven científico que cautivó y repulsó a la sociedad (y al gobierno) norteamericana en los años 30. Sin duda, es uno de los casos más extraños de la medicina occidental moderna. Nacido en 1894, se licenció con honores de la Universidad de California a los 18 años y obtuvo su doctorado a los 22. Para ganar prestigio, trabajó en diferentes proyectos científicos y experimentos bastante inútiles en busca de patentes. Poco a poco se convirtió en un científico respetado por la comunidad hasta que en 1931 empezó a interesarse por algo que perturbó a muchos: resucitar a los muertos.

Para probar que se podía devolver a la vida a los que ya no están entre nosotros, Cornish decidió experimentar con animales. Así, el 22 de mayo de 1934 llevó a cabo una demostración pública en la que asfixió a cinco perros (todos ellos llamados Lazarus en un guiño al personaje bíblico resucitado) con gas nitrógeno y los mantuvo muertos durante diez minutos. Después, les aplicó su técnica de resucitación. Según los periódicos de la época, los tres primeros intentos fueron un fracaso, pero los dos últimos canes revivieron y sobrevivieron durante meses. Eso sí, resucitaron con importantes daños cerebrales, alteraciones nerviosas severas, motricidad desequilibrada y ceguera.


  

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Una vez hecho público su experimento, la universidad canceló el proyecto ya que no toleraban el trato al que sometía a los perros con los que experimentaba. Sin embargo, esto no frenó a Cornish, que continuó su investigación en casa, esta vez con cerdos en vez de con perros dada su similitud con el ser humano.

En 1947, Cornish decidió que estaba listo para dar el salto y realizar el experimento con personas. Thomas McMonigle, un recluso condenado a pena de muerte en Estados Unidos, se ofreció como conejillo de indias. Sin embargo, el estado de California (donde estaba condenado) rechazó la petición ya que, si el experimento funcionaba, tendrían que dejar en libertad a McMonigle puesto que la ley no permite mantener bajo arresto a personas discapacitadas, fuera de sus facultades o sin voluntad.

¿En qué consistía la “milagrosa” técnica de Robert Cornish?

El método de Cornish para resucitar a los muertos era bastante sencillo. Primero, hacía circular la sangre por el cadáver gracias a una especie de balancín sobre el que colocaba el cuerpo y que oscilaba para que la sangre se bombease. A este artefacto le llamó teeterboard. Tras esto, inyectaba una solución de suero salino, oxígeno, adrenalina, heparina (un anticoagulante sacado del hígado), fibrina (una proteína coagulante) y sangre al cadáver. A la vez, insuflaba oxígeno a través de un tubo de goma que previamente había introducido en la garganta del animal.

Poco se sabe de lo que fue de Cornish después de que su morboso experimento se hiciese público. Por lo que parece, siguió, como muchos dirían, jugando a ser dios, pero ya al margen de la comunidad científica que lo marginó por considerarlo sensacionalista. Eso sí, aunque parezca extraño, algunas técnicas de reanimación o animación suspendida actuales tienen sus orígenes en este científico extravagante.
Lo que nunca sabremos es si Cornish hubiese sido capaz de resucitar a un ser humano.
Fuente:


Experimento: Tres lentes en un vaso

Los índices de refracción del agua y el aceite son 1,33 y 1,47 respectivamente. Puede parecer una diferencia muy pequeña, pero verás el efecto que produce con tus propios ojos.

En esta ocasión, puedes hacer que los alumnos apliquen lo que saben sobre lentes y que aprendan un truco útil para encontrar la distancia focal.
Objetivos de aprendizaje
La distancia focal de una lente no solo depende de su forma, sino también del índice de refracción del material con que está hecho.

Encontrar la distancia focal de lentes convergentes.

Materiales
Vasos de plástico o de vidrio, de preferencia con paredes lisas
Agua
Aceite
Papel rayado o cuadriculado

Preparación
Por favor, no te olvides de pensar en cómo vas a descartar el aceite después del experimento.
Tarea de los alumnos:
Llena el vaso con agua hasta la mitad y luego agrega un poco de aceite, vertiéndolo lentamente por una de las paredes del vaso. Después mira un papel rayado o cuadriculado a través del vaso.

¿Dónde están las tres lentes? ¿Cuál tiene más aumento?
Preguntas orientadoras (si es necesario):

¿Qué notas cuando sujetas el papel cerca del vaso y luego lo alejas?
› Las líneas de deforman: se agrandan cuando el papel está cerca y se achican cuando el papel se aleja.

¿Dónde ves esas deformaciones?
› En el agua, en el aceite y en la parte de arriba del vaso, que tiene aire.

¿Qué determina el «aumento» de una lente?
› Cuánto desvía los rayos de luz, generalmente medido como distancia focal.

¿Cómo puedes saber la distancia focal de estas lentes?
› Como enfocar luz del sol es difícil en este caso, es mejor confiar en otra propiedad de las lentes convergentes: solo invierten la imagen de los objetos que están a una distancia mayor que la distancia focal. Por ejemplo, si mueves tu mano de izquierda a derecha detrás del vaso se verá un movimiento de izquierda a derecha antes del punto focal y de derecha a izquierda detrás de él. En el punto focal, se ve la mano viniendo de los dos lados al mismo tiempo.
Conclusiones
Es bastante fácil darse cuenta de que el aceite y el agua en el vaso actúan como lentes cilíndricas. Una observación atenta revela que la parte del vaso que está arriba del aceite también deforma las líneas: como las paredes internas y externas del vaso tienen radios un poco diferentes, el vaso en sí mismo es una lente menisco débil. El aumento de las lentes puede medirse con la deformación que cada una provoca. Buscar la distancia focal es, sin duda, una forma más adecuada, pero en este caso solo sirve de pretexto para aprender un «truco» para descubrir la distancia focal.

Aunque el aceite tenga menor densidad que el agua, tiene un índice de refracción mayor que el agua y, de esta manera, se convierte en la lente con más aumento. Por otro lado, la lente formada solo por las paredes del vaso es tan débil que es difícil de determinar su distancia focal.

Fuente:

Cienciasión

Drumi, la lavadora que lava la ropa sin utilizar electricidad

La lavadora sustentable Drumi funciona sin electricidad, tarda 5 minutos en lavar y solo necesita 10 litros de agua. ¡Excelente!


Es cierto que con esta lavadora solo se puede lavar 5 o 6 prendas, pero es una herramienta ideal cuando tienes poca ropa sucia. También es perfecta para llevarla de vacaciones o a un camping; es muy pequeña, liviana y no tienes que enchufarla.
Drumi simula el ciclo habitual de una lavadora eléctrica, pero usa la fuerza centrífuga que proporciona un pedal que se acciona con el pie.

Funciona de la siguiente manera: primero introduces 5 litros de agua, jabón y la ropa sucia. Tras pedalear algunos minutos, liberas el agua enjabonada y vuelves a introducir otros cinco litros de agua para aclarar y, de nuevo, pedaleas. Por último, sacas el agua y vuelves a pedalear otro minuto más, para simular el centrifugado.

Funciona de la siguiente manera: primero introduces 5 litros de agua, jabón y la ropa sucia. Tras pedalear algunos minutos, liberas el agua enjabonada y vuelves a introducir otros cinco litros de agua para aclarar y, de nuevo, pedaleas. Por último, sacas el agua y vuelves a pedalear otro minuto más, para simular el centrifugado.
 Lea el artículo completo en:
Mihumi 
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