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20 de enero de 2019

De Rerum Natura: el poema científico que hace 2.000 años urgió a los humanos a no temerle a los dioses

¿Somos como bolas de billar, impulsados por fuerzas que nos controlan y sin libre albedrío?

¿Alguna vez piensas en las fuerzas que controlan tu vida? ¿Si estamos a cargo de nuestro propio destino o si solo somos ovejas, que van donde las llevan? 

A lo largo de la historia, ha habido algunas teorías del mundo físico que han señalado que no existe el libre albedrío; que somos como los átomos que chocan con otros átomos de acuerdo con las leyes de la física, como las bolas de billar en el paño verde, dominados por fuerzas mucho más grandes sin que haya nada que podamos hacer para cambiar el rumbo.

Pero también ha habido personas que han querido que pensemos de manera diferente, quienes teorizan sobre la física y el mundo natural para alentarnos a sentirnos más libres. Y a quienes les gustaría que usemos la física para enfrentar incluso nuestra propia mortalidad con calma.

Uno de ellos fue Tito Lucretio Caro, autor del poema "De rerum Natura" (De la naturaleza de las cosas), de 2.000 años de antigüedad, sobre la naturaleza de las cosas, cuyas teorías sobre el mundo físico siguen siendo válidas y pueden hacernos pensar de manera diferente sobre el significado de nuestras propias vidas.

Él

Sobre la vida de Lucrecio no se sabe mucho.

Sabemos que vivió entre los años 99 y 55 a.C. en el Imperio Romano y que probablemente era muy rico, pues los pobres no tenían tiempo para escribir largos poemas sobre filosofía y ciencia.

Ciertamente, era un devoto de la filosofía del pensador griego Epicuro; de hecho, "De Rerum Natura" es una reafirmación poética de los pensamientos epicúreos, valiosa pues no los tenemos registrados en ningún otro lugar.

De lo que sí tenemos conocimiento es de la época en la que vivió Lucrecio y lo que significó para su obra.


El desmoronamiento de Roma

El siglo I a.C. vio el lento colapso de la República romana. Fue un momento caótico y aterrador, cuando los líderes parecían más preocupados por competir entre sí que en unirse por la estabilidad de Roma.

El poder político y la riqueza se había ido concentrado en un número cada vez menor de familias, que usaron su influencia para obtener privilegios para ellos y sus hijos.

Los grupos de élite se preocupaban poco por la gente común, a menos de que tuvieran que comprar sus votos.
Eventualmente, este sistema condujo a la creación de milicias privadas y luego, inevitablemente, a la dictadura.

Caos, inseguridad y sangre

Al comienzo de la vida de Lucrecio, Cayo Mario el joven gobernaba Roma. Fue derrotado por Lucio Sila, cuyo gobierno fue excepcionalmente sangriento: ejecutó a cualquier persona que percibiera como "un enemigo del Estado", que era cualquiera que a él no le gustara.

Sila debilitó y desestabilizó permanentemente a Roma. Finalmente llevó a la toma de poder por parte de Julio César... y más guerra civil.

Ser ciudadano romano en ese momento era difícil y angustioso.

Para la mayoría de la gente -incluso los aristócratas- era obvio que estaban a merced de vastas fuerzas que no podían cambiar o controlar. Al igual que las bolas de billar, cada dictador a su turno los lanzaba de un lugar a otro.

Fue durante esos turbulentos años que Lucrecio tomó su pluma para escribir un poema sobre el mundo natural, las fuerzas que lo controlan y cómo podemos pensar en nuestro lugar en el Universo.

Dioses atómicos

"De Rerum Natura" es una obra épica, hermosa y persuasiva.

Comienza hablando de los átomos.

Lucrecio, al igual que Epicuro, siguió la tradición griega al creer que el Universo está compuesto de pequeñas partículas indivisibles.

"De Rerum Natura" nos pide que consideremos que todo lo que realmente existe en el Universo son estos átomos y el vacío entre ellos.

Los átomos son indestructibles, el número de átomos en el Universo es infinito y también lo es el vacío en el que se mueven los átomos.

Hasta ahí, suena algo seco, ¿no?

Pero lo que Lucrecio estaba diciendo era revolucionario entonces, y aún tiene el poder de sorprender. 

Decía que no hay fuerzas sobrenaturales que controlan nuestras vidas, que no somos títeres del Destino, que de haber dioses, estos están hechos de átomos como todo lo demás. Que no había nada más.

O como dice Lucrecio:

"Enseño grandes verdades y me propongo desatar
La mente de las estrechas restricciones de la religión, y escribo
De un tema tan oscuro en una poesía tan brillante"

Eso era muy radical... lo sigue siendo en algunos casos.

El propósito declarado de "De Rerum Natura" es argumentar -¡en verso!- que los seres humanos no deben temerle a los dioses, ni a nada.

Del átomo a la muerte

Para explicar sus principios atómicos, Lucrecio utiliza metáforas coloridas y fascinantes, como esta descripción del movimiento de átomos conglomerados en un objeto:

"Un rebaño de ovejas lanudas sobre un cultivo en una ladera...
Cuando lo vemos desde lejos, la distancia nubla la escena
Hasta que es solo un parche de blanco en un campo de verde"

Y después pasa de la discusión sobre los átomos y el infinito del espacio a argumentar que así como no le tememos a la nada que vino antes de nacer, no debemos temerle a la nada después de la muerte.

Ese fue un argumento poderoso en un momento en que los dictadores repartían la muerte indiscriminadamente.

El artículo completo en: BBC Mundo


7 de septiembre de 2018

La prueba de que el VAR también era necesario en las luchas de gladiadores

Uno de los protagonistas del pasado Mundial de Fútbol de Rusia ha sido el VAR (Video Assistant Referee, árbitro asistente de vídeo), que consiste en un conjunto de cámaras distribuidas por todo el campo que retransmite la señal a una sala donde los asistentes de vídeo pueden revisar los goles, las tarjetas, los penaltis y la identidad de los jugadores en determinados lances del partido. La asistencia se puede producir a petición del árbitro principal o a instancia de los propios asistentes avisando al árbitro por el pinganillo. Aunque parezca mentira, por todo lo que criticamos a los árbitros, ha tenido menos protagonismo del esperado en cuanto a los resultados finales. Eso sí, con este sistema se ha batido el récord de penaltis en un Mundial. ¿Y por qué digo que también habría sido necesario en las luchas de gladiadores en la Antigua Roma? Os cuento…

Antes de bajar a la arena, precisar algunos detalles sobre las luchas de gladiadores -ya hemos hablado del error del pulgar y del saludo ritual “los que van a morir te saludan“.


Las luchas de gladiadores en sí fueron una degeneración. El origen se remonta a la época de los etruscos cuando se celebraban este tipo de combates entre prisioneros para honrar la muerte de un ser querido. Un ritual funerario que se convirtió en un espectáculo lúdico. Y ya puestos, más tarde se añadieron la lucha entre animales o la de hombres contra animales, cualquier cosa para que no decayese el espectáculo.

La mayoría de los combates eran a primera sangre y sólo en contadas ocasiones se luchaba a muerte, aunque con la posibilidad de perdón por parte del emperador o el editor del espectáculo. Hay que pensar que era un negocio: el editor que organizaba y financiaba los combates, para ganarse el favor pueblo, tenerlo contento o conseguir los votos para algún puesto en la magistratura, alquilaba a los lanistas (dueños de las escuelas de gladiadores) los gladiadores que iban a luchar y, lógicamente, pagaba por ello. Si era a muerte había que pagar mucho más, porque un gladiador muerto era un luchador menos que el lanista podía alquilar para otros espectáculos. Así que, para amortizar los gastos interesaba que peleasen en muchas ocasiones para que fuese un negocio rentable.

Hecho el sorteo de las parejas que iban a luchar entre sí y cruzadas las apuestas, en la arena quedaban los luchadores y los summa rudis, una especie de árbitros que velaban por el cumplimiento de las reglas –fair play-. Estos jueces, normalmente prestigiosos gladiadores retirados, vestían túnicas blancas y llevaban espadas de madera (rudis) o látigos con los que señalaban movimientos ilegales, paraban el combate si algún gladiador era herido o los incitaban a la lucha golpeándolos si no le ponían muchas ganas.

En uno de estos combates celebrado hace 1800 años entre dos gladiadores llamados Diodoro y Demetrius ocurrió algo inesperado que nos revela la lápida de Diodoro.

El relieve muestra la imagen de un gladiador que sostiene lo que parecen ser dos espadas frente a su oponente caído pidiendo clemencia, y el epitafio en cuestión dice así…
Después de derrotar a mi oponente, Demetrius, no lo maté de inmediato. El destino y la decisión del summa rudis me mataron.
Tras estudiar el enterramiento, la conclusión de Michael Carter, profesor de la Universidad de St. Catharines—Brock (Canadá) y especialista en el estudio de este tipo de combates, fue que Diodoro había derribado a Demetrius y  éste, desde el suelo, extendía la mano en señal de clemencia. Diodoro, pensando que ya había vencido, no dio muerte a su oponente, pero el summa rudis interpretó que Demetrius no había sido derrotado por Diodoro sino que se había caído accidentalmente y ordenó reiniciar la lucha. Demetrius recogió su equipo y logró matar a Diodoro. Alguno o algunos de los conocidos del gladiador muerto, que habían visto lo ocurrido, encargaron la lápida y el epitafio para que la posteridad recordase aquel error fatal.
Seguro que Diodoro habría pedido el VAR.
Tomado de: Hsitorias de la Historia

27 de febrero de 2018

El Red Bull y la Viagra de los gladiadores

En cada escuela de gladiadores (ludus) los esclavos, prisioneros de guerra e incluso hombres libres sedientos de sangre o de gloria practicaban y se ejercitaban en el arte de la lucha para salir victoriosos de los combates en la arena. Lógicamente, también era muy importante su preparación física y la dieta. Contrariamente a lo que podríamos pensar, por las imágenes de hombres musculosos y fornidos que el cine y la TV nos han grabado a fuego en nuestras retinas, su dieta no era rica en grasas y proteínas animales, sino todo lo contrario.

Científicos de las Universidades de Berna y Viena han estudiado los restos de decenas de gladiadores encontrados en una necrópolis de Éfeso (ciudad de la Antigüedad situada en la actual Turquía) y han llegado a la conclusión de que su dieta consistía principalmente en cereales, legumbres, verduras y apenas carne. Por lo que los podríamos considerar casi vegetarianos. Entonces, ¿su dieta no se distinguía de la del resto de los mortales? Algo sí que había distinto, porque comparando los huesos de los gladiadores con el de otros cuerpos de la época, los de los luchadores presentan mayores niveles de ciertos elementos, como el estroncio. ¿Y a qué se debía? Pues a su bebida energética.

Igual que hoy en día los deportistas toman barritas energéticas o bebidas isotónicas para recuperarse de los esfuerzos, los gladiadores tomaban un brebaje de cenizas vegetales disuelto en agua y endulzado con miel. Eso sí, pero sin darles alas.

Y lo de la Viagra, no es exactamente que ellos la consumiesen, sino que se obtenía de sus cuerpos: se creía que el sudor y la sangre de los gladiadores podía curar la impotencia -supongo que por aquello de la virilidad de estos luchadores-. De hecho, algunos comerciantes dedicados al noble arte del engaño de los ingenuos esperaban en el espoliario (lugar donde se desnudaba a los gladiadores muertos y se remataba a los heridos mortalmente) para recoger las sustancias del amor y venderlas en pequeños frasquitos.

Tomado de:

Historias de la Historia

22 de octubre de 2017

El censo de Quirino y el nacimiento de Jesús

La cronología del censo de Publio Sulpicio Quirino, es mencionada por Flavio Josefo en Antigüedades de los judíos XVIII 1,1, y lo sitúa en los años 6 de nuestra era tras el destierro de Arquelao por Augusto. El censo tenía una finalidad puramente fiscal / tributaria. He aquí el texto:
“Entonces Quirinio (Cirenio), senador romano, que había tenido varias magistraturas y que había llegado a cónsul fue enviado por el César (Augusto) a Siria como juez de esta nación y para hacer una estimación de sus riquezas. Con él fue también Coponio, varón del orden ecuestre, para que se hiciera cargo del poder romano sobre los judíos. Quirinio en persona se presentó en Judea, que formaba entonces parte de la provincia de Siria para hacer esa estimación de la riqueza de la nación y para disponer de los dineros de Arquelao. Al principio los judíos llevaron muy a mal este censo. Pero finalmente dejaron de lado cualquier tipo de oposición ya que fueron persuadidos por las palabras de Joazar, hijo de Beeto, que era el sumo sacerdote. Así que convencidos por esas palabras dieron cuenta de sus haberes sin mostrar ulterior oposición”.
Como es sabido, este censo supuso una revuelta armada (¡no en Judea, sino en la nacionalista Galilea!) dirigida por Judas de Gamala (denominado también probablemente Judas el Galileo y el fariseo Sadoc). Esta revuelta fu aplastada por Coponio y costó mucha sangre. En mi novela, junto con J. L. Corral, “El trono maldito” (Planeta 2014) aparece este episodio novelado, pero siguiendo muy al pie de la letra lo que se puede saber por la historia.

El texto de Lucas es el siguiente:

“1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. 2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. 3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. 4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, 5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.”

Las dificultades de que este censo fuera a) universal y b) que estuviera dispuesto por tribus (es decir, que los pertenecientes a una estirpe o tribu debiera ir a censarse no donde vivía habitualmente, sino en el lugar de origen de su familia, son muy grandes.

1. La historia antigua no registra censo universal alguno ordenado por Augusto durante su reinado. Aparte del texto de Lucas, los antiguos anales del Imperio Romano no han conservado ninguna noticia de un censo universal durante el principado de Augusto, lo cual hace muy improbable que hubiera ocurrido. Es sumamente extraño que ninguna fuente histórica de la antigua Roma imperial de la época, y son bastantes, se haya hecho eco de un aconteci¬miento tan importante como debió de ser un empadronamiento general de todo el Imperio, que hubiera movido a millones de personas. Autores cristianos muy tardíos, como Casiodoro (siglo VI), Isidoro de Sevilla (siglo VII), y un diccionario bizantino llamado la “Suda” (siglo X), en la voz “censo”, dan sin embargo testimonio de ese censo imperial e universal. Pero lo más probable es que tales autores hayan tomado la noticia ¡del propio evangelista Lucas! Por consiguiente, su testimonio no tiene valor independiente.

2. La segunda dificultad: es inverosímil que en Israel pudiera llevarse a cabo un censo imperial durante el reinado de Herodes. Entonces habría habido dos censos, uno en tiempos de Herodes el Grande y otro después del desierro de Arquelao: Flavio Josefo presenta, tanto en sus Antigüedades de los judíos (XVII 355; XVIII 1-2.26.102) como en su Guerra de los judíos VII 253), el censo de Quirino como algo nuevo y sin precedentes.

Lucas afirma sin duda alguna que este censo ocurrió siendo gobernador de Siria Quirino y que a la vez eran los tiempos del rey Herodes el Grande. Ahora bien, esta situación resulta inverosímil. ¿Cómo iba a permitir este monarca soberano que un legado de Augusto hiciera un censo en su territorio? Tal posibilidad iba en contra de los derechos de un rey “socio y amigo del pueblo romano”, según las normas del Imperio.

Respecto a Quirinio: fue legado de Siria entre Volusio Saturnino y Cecilio Crético (por tanto en los años 6/7). Algunos investigadores –movidos por el deseo de no dejar en mal lugar al evangelista Lucas e intentar compaginar los datos de este con los de Flavio Josefo– se preguntan si pudo haber sido Quirinio dos veces legado de Siria y haber hecho dos censos

Pero esto que es teóricamente posible (aunque solo para Judea; de ningún modo para un censo universal) resulta de hecho de muy poca ayuda para la concordancia entre Lucas y Josefo ya que, en todo caso solo Quirinio solo pudo ser legado de Siria por vez primera en los años 3/2 a.C. (ya que es el único año del que no nos consta el nombre del legado de Siria. Luego, ¡¡no en tiempos de Herodes el Grande, que había muerto en el año 4 a.C.!!

Mi juicio sobre Lucas es que actúa en este pasaje como hagiógrafo y no como historiador concienzudo que controla todos sus datos. Y como hagiógrafo en ese momento está en el plano de la leyenda, no en el histórico. Casi seguro que Lucas se equivocó en la fecha del censo de Quirinio.

3ª dificultad: un censo romano no hubiera obligado a José a trasladarse a Belén. Además, su esposa no habría tenido necesidad alguna de acompañarlo. La razón ofrecida por el evangelista Lucas, la necesidad de que José se trasladara a Belén, al lugar de donde procedía la familia, es también inverosímil. Porque, como hemos dicho ya, un empadronamiento tenía motivos fundamental¬mente impositivos, de pagos fiscales a la hacienda imperial. Cada uno debía censarse y pagar sus tasas allí precisamente donde residía, no en donde era oriunda su familia. Los romanos no hacían censos tribales.

Además, María no era davídida, sino aarónida, si era pariente de Isabel (Lucas: José no era su padre biológico; y ella, María, era aarónida. Véase Lc 1,5: “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel”.

O Flavio Josefo se equivoca o se equivoca Lucas: el lector debe escoger…

Por otro lado, Lucas es además inexacto con el sacerdocio de Anás: ni lo era en el año 29 (= año 15 de Tiberio), pues fue sumo sacerdote del 6-15… ni tampoco lo era con Caifás, sino simplemente su suegro influyente (Caifás fue sumo sacerdote del 18 al 36 d.C.). No era posible un sumo sacerdocio oficiado por dos sumos sacerdotes a la vez. Por tanto la formulación lucana es inexacta y no cuadra con las fechas del sumo sacerdocio de Anás.

En conclusión, Lucas como hagiógrafo solo sabe más o menos que Jesús nació en tiempos de Herodes y a partir de ahí fabula.

Además, los primeros cristianos no tuvieron interés… así que las leyendas debieron de formarse más bien tardíamente. Según el historiador judíos de los siglos XIX-XX Salomo Reinach y Ch Guignebert (que lo cita en su obra “Jesús”, hubo cristianos que tomaron al pie de la letra el texto de Jn 8,57 (véase la postal del día anterior: “Aún no tienes cincuenta años… y ya has visto a Abrahán…”) y pusieron la muerte de Jesús en tiempos de Claudio (entre el 41 y el 54)!. Otros, en tiempos de Nerón hacia el 58. Otros situaron el nacimiento en el año 9 ( después de Arquelao!!!), y otros pensaron que la crucifixión fue muy pronto, hacia el 21 (cuando aún no gobernaba Poncio Pilato en Judea, que comenzó en el 26!!!). Es decir, tenemos aquí otras fabulaciones cristianas primitivas que tampoco hacen caso de la cronología de Lucas o la interpretan muy a su manera.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com 


Tomado de:

Tendencias 21

30 de mayo de 2013

Hipócrates y el código de conducta profesional

El código ético atribuido a Hipócrates aún se utiliza en las ceremonias de graduación de los médicos.

¿Un código de conducta profesional?


Una vez que los discípulos de Hipócrates se graduaban como médicos, se reunían bajo el plátano que les había proporcionado sombra durante muchas lecciones. Allí hacían el juramento hipocrático, un código ético atribuido al gran médico, que, con modificaciones, se sigue utilizando en las ceremonias de graduación de muchas facultades de medicina. El código incluye las siguientes promesas solemnes:

Prescribiré el régimen de los enfermos atendiendo a su beneficio, según mi capacidad y juicio, y me abstendré de todo mal y de toda injusticia.

A nadie daré veneno, aunque me lo pida, ni aceptaré ninguna sugestión en este sentido.


Consideraré sagrados mi vida y mi arte.

Cuando entre en la morada de un enfermo, lo haré siempre en beneficio suyo; me abstendré de toda acción injusta, y de corromper o seducir a mujeres o muchachos, libres o esclavos.

De todo cuanto vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y aun fuera de ella, callaré cuantas cosas sea necesario que no se divulguen, considerando la discreción como un deber.

Si cumplo fielmente este juramento, que me sea otorgado gozar felizmente de la vida y de mi arte y ser honrado siempre entre los hombres. Si lo violo y me hago perjuro, que me ocurra la contrario

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¿Cómo llegaron los romanos a confiar en sus médicos?


¿Cómo llegaron los romanos a confiar en sus médicos?

Durante los seis primeros siglos de su historia los romanos prescindieron de los médicos encomendándose a los dioses curadores de otras naciones, especialmente a Asclepio, cuyo culto llegó de Grecia en el año 293 aC. Cuando los médicos griegos comenzaron a emigrar a Roma en los siglos II y I aC, los romanos los tomaron por farsantes e impostores, y no iban muy descaminados: abundaban los matasanos y oportunistas, pues no había reglamentos y cualquiera podía llamarse médico.

Una excepción a la regla fue el griego Arcágato, que llegó a Roma en el año 210 aC. Su sorprendente habilidad quirúrgica le permitió ganarse la confianza de los escépticos, siendo bien acogido por la sociedad romana. Pero su fama no duraría demasiado. Tras una serie de errores médicos y dolorosos tratamientos fue apodado carnifex, "el carnicero".

La teoría atomística de la curación

Asclepíades, que llegó a Roma en el siglo I aC, tuvo más éxito, y sus tratamientos moderados hicieron aumentar la estima de su profesión. Se opuso a las teorías generalmente aceptadas de Hipócrates, atribuyendo a los médicos, y no a la naturaleza, el poder de curar. Inusitadamente para su época, Asclepíades creía que las enfermedades debían tratarse ?de manera segura, rápida e indolora?, proponiendo tratamientos como el masaje, la dieta, los calmantes ?entre los que se incluía el vino? y el canto. Sus métodos se basaban en el solidismo, o teoría atomística, expuesta originalmente por Erasístrato en el siglo III aC. Esta extravagante teoría establecía que el cuerpo estaba formado por partículas sólidas (átomos) que fluían a través de él incesantemente. La enfermedad aparecía cuando los poros de la piel ?al estar demasiado tensos o demasiado relajados? entorpecían el movimiento fluido de los átomos.

Themison y Thessalus, discípulos de Asclepíades, elaboraron posteriormente con estos principios un sistema de curación más formal, al que denominaron metodismo. Thessalus, sin embargo, rechazó la enseñanza de la medicina, afirmando que cualquier podía aprender todo sobre esta ciencia en tan sólo seis meses.

La actitud de los romanos hacia los médicos fluctuó ostensiblemente a lo largo de los siglos, pero finalmente la desconfianza y el desprecio dieron paso a un respeto moderado.

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¿Cómo explicó Galeno el funcionamiento del cuerpo humano?

Galeno, el gran médico de la antigüedad, era famoso tanto por su arrogancia como por su talento.

¿Cómo explicó Galeno el funcionamiento del cuerpo humano?

Galeno, el gran médico de la antigüedad, era famoso tanto por su arrogancia como por su talento. ?Nunca me he equivocado, ni en el tratamiento ni en el pronóstico, como les ha sucedido a tantos médicos de prestigio. Si alguien quiere hacerse famoso, lo único que tiene que hacer es aceptar lo que yo ya he sido capaz de establecer.?

Galeno nació en el 129 dC en Pérgamo. Estudió medicina durante 12 años, comenzando a la edad de 16. Cuando tenía 21 años había escrito seis tratados médicos y empezado a practicar lo que se convertiría en su especialidad: la vivisección de animales.

En tiempos de Galeno, la disección de seres humanos con el fin de realizar investigaciones médicas era considerada poco ética, por lo que se vio obligado a utilizar animales para ampliar sus conocimientos de anatomía. También aprendió muchas cosas sobre el cuerpo humano y la manera de curar las heridas cuando fue nombrado médico de los gladiadores en su ciudad natal.

Odiado por los médicos

En el año 161, cuando contaba 32, Galeno se trasladó a Roma, a donde llegó precedido de una enorme fama. Aunque hizo crecer su reputación tratando con éxito a algunos pacientes dados por incurables, se enemistó con sus colegas al acusarlos de ignorancia y codicia. Pero sus pacientes, algunos de ellos muy influyentes, lo adoraban y Galeno se abrió paso entre lo más selecto de la sociedad romana.

Durante su estancia en Roma, Galeno realizó la mayoría de sus descubrimientos anatómicos. Amplió sus conocimientos diseccionando más animales, sobre todo macacos, porque creía que estaban constituidos de manera muy similar a los seres humanos. Uno de sus principales logros consistió en identificar siete pares de nervios que tenían su origen en el cerebro, y demostró sin lugar a dudas que las arterias contenían sangre, y no aire, como se había pensado durante 400 años.

Se puede diseccionar a un mono e identificar todos y cada uno de sus huesos... Para ello hay que seleccionar los monos que más se parecen a los hombres? en estos monos, que también corren y caminan sobre dos patas, encontraremos los mismos órganos que en el hombre.

Sin embargo, Galeno no siempre estuvo en lo cierto al suponer que los descubrimientos realizados diseccionando animales podían aplicarse a los seres humanos. Tampoco llegó a comprender el funcionamiento del corazón, y no advirtió que la sangre circula por todo el cuerpo. Ante todo, su doctrina médica permaneció anclada en la teoría de los humores, concebida por los médicos griegos. Pero la seguridad de Galeno y sus teorías clínicas hacían creer a muchas personas que conocía todas las respuestas.

Fluidos que causaban enfermedades

La costumbre de "leer" el carácter de un paciente para tratarlo en consecuencia quedó establecida en la "teoría de los humores". Esta teoría aceptada por los antiguos griegos sostenía que la salud física y mental estaba determinada por cuatro fluidos o humores corporales: la sangre, la flema o "mucosidad", la bilis vitelina y la bilis negra o atrabilis. La buena salud era resultado del equilibrio de estos humores: la enfermedad aparecía cuando uno de ellos se hacía predominante.

En busca del equilibrio

Una vez diagnosticada la enfermedad atendiendo a los humores, había que intentar restablecer su equilibrio. Cuando la afección de un paciente se atribuía a una complexión demasiado sanguínea, se le practicaba una sangría, mientras que a los pacientes introvertidos o irritables se les recomendaba que sudasen para eliminar la atrabilis causante de su estado de ánimo.

Pero no siempre era fácil alcanzar el equilibrio de los humores. Se creía que la flema tendía a acumularse durante el invierno frío y oscuro, produciendo resfriados y afecciones de garganta, mientras que la sangre predominaba en primavera y verano, causando vómitos y mareos. Se daba mucha importancia a la alimentación.

En el siglo II dC Galeno reforzó esta teoría, afirmando que cada uno de los cuatro humores condicionaba el temperamento de las personas.

Fuente:

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31 de enero de 2013

¿Para qué servían en Roma las monedas en las que se representaban posiciones sexuales?

Igual que hace poco descubrimos una moneda de Roma con la forma de un jamón, ahora tenemos las spintriae, monedas o fichas en las que se representaban distintas posiciones sexuales en el anverso y una numeración en el reverso…

spintriae

¿Para qué se utilizaban este tipo de monedas?

Las versiones más conservadoras, y menos originales, establecen que las spintriae (acuñadas en la época de César Augusto y su hijo adoptivo Tiberio) se acuñaron como burla a la campaña de moralidad que implantó César Augusto. Según Suetonio, por tener alguna de estas monedas en las que se representase al emperador en un burdel o letrina, te podían acusar de alta traición. También se dice que podrían ser fichas de algún tipo de juego.

Pero yo me voy a quedar con otras versiones mucho más originales…

Sabiendo que en Roma tenían todo perfectamente organizado -la prostitución estaba regulada por la licentia Stupri- no me extrañaría nada que hubiesen sido utilizadas como fichas en los lupanares. Al entrar al lupanar, se pagaba al leno -el propietario- el servicio contratado, éste te entregaba la spintriae que representaba dicho servicio y en la que el número del reverso indicaba el habitáculo donde serías atendido. Sobre la puerta del habitáculo estaba pintado el número y en su interior tenían una cama de mortero sobre la que se colocaba un colchón de paja o plumón; unas lucernas y una palangana para asearse eran el único mobiliario. En el de Pompeya, todavía pueden verse los arañazos en sus paredes, idénticos a las que hoy pueblan los aseos de medio mundo, mostrando frases tipo “Varinia ama a Marcelo”, “el hornero es un felón”, “Craso la tiene de un palmo” o “Cato se tira a Lucila”…

Y puestos a darles utilidades -ésta rayando lo cómico-, se dice que las spintriae también podrían haber sido utilizadas por los legionarios. En sus conquistas por medio mundo, los legionarios tenían que tratar con gentes de diferentes lenguas que eran desconocidas para ellos, así que utilizando las spintriae le decían a los prostitutas locales el servicio que querían…

spintria1
spintria2
spintria7

Fuentes e imágenes: Coins Weekly, Historia del arte erótico, The Straight Dope


Tomado de:

Historias de la Historia
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